jueves, 31 de mayo de 2007

La canción de Flor de Mayo

La canción de Flor de Mayo de Amado Nervo

Flor de Mayo, como un rayo
de la tarde, se moría...
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, cantando irán.

Flor de Mayo ni se viste
ni se alhaja ni atavía;
¡Flor de Mayo está muy triste!
¡Pobrecita, pobrecita vida mía!

Cada estrella que palpita,
desde el cielo le habla así:
«Ven conmigo Florecita,
brillarás en la extensión igual a mí.»

Flor de Mayo, con desmayo,
le responde: « ¡Pronto iré!»

Se nos muere Flor de Mayo,
¡Flor de Mayo, la Elegida, se nos fue!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, llorando irán...

« ¡No me dejes!», yo le grito;
« ¡No te vayas, dueño mío:
el espacio es infinito
y es muy negro y hace frío, mucho frío!»

Sin curarse de mi empeño,
Flor de Mayo se alejó,
y en la noche, como un sueño,
misteriosamente triste se perdió.

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, ¡ay cómo irán!

Al amparo de mi huerto
una sola flor crecía:
Flor de Mayo, y se me ha muerto...
Yo la quise, ¡pero Dios no lo quería!

martes, 29 de mayo de 2007

Despedida

Despedida de Paul Geraldy

Conque entonces, adiós. ¿No olvidas nada?
Bueno, vete... Podemos despedirnos.
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?
Te dejo, puedes irte... Aunque no, espera,
espera todavía
que pare de llover... Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigada,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte... ¿De modo que te he devuelto todo?
¿No tengo tuyo nada?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?

Y bien, mírame ahora, amiga mía;
pues que en fin, ya va uno a despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;
¡vamos!, ¡no hay que llorar, qué tontería!

¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos
otra vez los amantes
aquellos tan rendidos y tan tiernos
que habíamos sido antes!

Nos habíamos las vidas entregado
para siempre, uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremos
cada quien con su nombre, por su lado...
Recomenzar... vagar...
vivir en otra parte...
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.

Así es que vas a entrar a mi pasado.
Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídos
y pasarás ligera
con trajes para mí desconocidos.
Y estaremos sin vernos largos meses,
y olvidaré el sabor de tus caricias,
y mis amigos te darán noticias
de "aquel amigo tuyo".
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por el mal fingido orgullo,
preguntaré por la que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eres mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquella?

Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¡Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos! ¡Cómo llueve!

Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás buena,

Y luego... es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad.


domingo, 27 de mayo de 2007

Dolor

DOLOR de Alfonsina Storni

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

sábado, 26 de mayo de 2007

Romance Sonámbulo

Romance Sonámbulo de Federico García Lorca

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
Las cosas la están mirando
Y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
Vienen con el pez de sombra
Que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de sus ramas,
Y el monte, gato garduño,
Eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Soñando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar
Mi caballo por su casa,
Mi montura por su espejo,
Mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
Desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir,
Decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
Desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
Lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele
Alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
Hasta las altas barandas,
¡Dejadme subir!, dejadme
Hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
Farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
En la boca un raro gusto
De hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
Cara fresca, negro pelo,
En esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
Se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

jueves, 24 de mayo de 2007

Pobre Flor

Pobre Flor de Manuel Acuña

-¿Por qué te miro así tan abatida,
pobre flor?
¿En dónde están las galas de tu vida
y el color?
Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
dulce bien?
¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
de un amor,
que me fue consumiendo poco a poco
de dolor!
Porque amando con toda la ternura
de la fe
a mí no quiso amarme la criatura
que yo amé
Y por eso sin galas me marchito
triste aquí,
siempre llorando en mi dolor maldito,
¡Siempre así!
¡Habló la flor!...
Yo gemí... era igual a la memoria
de mi amor.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Canción

CANCIÓN de Nicolás Guillén

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

martes, 22 de mayo de 2007

Un Padre Nuestro Latinoamericano

Un padre nuestro latinoamericano de Mario Benedetti

Padre nuestro que estás en los cielos
Con las golondrinas y los misiles
Quiero que vuelvas antes de que olvides
Cómo se llega al sur de Río Grande

Padre nuestro que estás en el exilio
Casi nunca te acuerdas de los míos
De todos modos donde quieras que estés
Santificado sea tu nombre
No quienes santifican en tu nombre
Cerrando un ojo para no ver las uñas
Sucias de la miseria

En agosto de mil novecientos sesenta
Ya no sirve pedirte
Venga a nos el tu reino
Porque tu reino también está aquí abajo
Metido en los rencores y en el miedo
En las vacilaciones y en la mugre
En la desilusión y en la modorra
En esta ansia de verte pese a todo

Cuando hablaste del rico
La aguja y el camello
Y te votamos todos
Por unanimidad para la Gloria
También alzó su mano el indio silencioso
Que te respetaba pero se resistía
A pensar hágase tu voluntad

Sin embargo una vez cada tanto
Tu voluntad se mezcla con la mía
La domina
La enciende
La duplica
Más arduo es conocer cuál es mi voluntad
Cuándo creo de veras lo que digo creer

Así en tu omnipresencia como en mi soledad
Así en la tierra como en el cielo
Siempre
Estaré más seguro de la tierra que piso
Que del cielo intratable que me ignora

Pero quién sabe
No voy a decidir
Que tu poder se haga o se deshaga
Tu voluntad igual se está haciendo en el viento
En el Ande de nieve
En el pájaro que fecunda a su pájara
En los cancilleres que murmuran yes sir
En cada mano que se convierte en
Claro no estoy seguro si me gusta el estilo
Que tu voluntad elige para hacerse
Lo digo con irreverencia y gratitud
Dos emblemas que pronto serán la misma cosa
Lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
De cada día y de cada pedacito de día

Ayer nos lo quitaste
Dánosle hoy
O al menos el derecho de darnos nuestro pan
No sólo el que era símbolo de Algo
Sino el de miga y cáscara
El pan nuestro
Ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
Perdónanos si puedes nuestras deudas
Pero no nos perdones la esperanza
No nos perdones nunca nuestros créditos

A más tardar mañana
Saldremos a cobrar a los fallutos
Tangibles y sonrientes forajidos
A los que tienen garras para el arpa
Y un panamericano temblor con que se enjugan
La última escupida que cuelga de su rostro

Poco importa que nuestros acreedores perdonen
Así como nosotros
Una vez
Por error
Perdonamos a nuestros deudores

Todavía
Nos deben como un siglo
De insomnios y garrote
Como tres mil kilómetros de injurias
Como veinte medallas a Somoza
Como una sola Guatemala muerta

No nos dejes caer en la tentación
De olvidar o vender este pasado
O arrendar una sola hectárea de su olvido
Ahora que es la hora de saber quiénes somos
Y han de cruzar el río
El dólar y su amor contrarrembolso
Arráncanos del alma el último mendigo
Y líbranos de todo mal de conciencia
Amén.

sábado, 19 de mayo de 2007

Poema 15

Poema 15 de Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

jueves, 17 de mayo de 2007

Soneto de la Carta

Soneto de la Carta de Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,
En vano espero tu palabra escrita
Y pienso, con la flor que se marchita,
Que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte
Ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
La miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
Tigre y paloma sobre tu cintura
En duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
O déjame vivir en mi serena
Noche del alma para siempre oscura.

miércoles, 16 de mayo de 2007

El Último Amor

EL ÚLTIMO AMOR de Vicente Aleixandre

I
Amor mío, amor mío.
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de salir. Acabamos de oír
cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz se queja en la garganta.
Amor mío...

Cállate. Vuelve sobre tus pasos. Cierra despacio la puerta, si es que no quedó bien cerrada.
Regrésate.
Siéntate ahí, y descansa.
No, no oigas el ruido de la calle. No vuelve. No puede volver.
Se ha marchado, y estás solo.
No levantes los ojos para mirarlo todo, como si en todo aún estuviera.
Se está haciendo de noche.
Ponte así: tu rostro en tu mano.
Apóyate. Descansa.
Te envuelve dulcemente la oscuridad, y lentamente te borra.
Todavía respiras. Duerme.
Duerme si puedes. Duerme poquito a poco, deshaciéndote, desliéndote
En la noche que poco a poco te anega.
¿No oyes? No, ya no oyes. El puro
Silencio eres tú, OH dormido, OH abandonado,
OH solitario.
¡OH, si yo pudiera hacer que nunca más despertases!

II
Las palabras del abandono. Las de la amargura.
Yo mismo, sí, yo y no otro.
Yo las oí. Sonaban como las demás. Daban el mismo sonido.
Las decían los mismos labios, que hacían el mismo movimiento.
Pero no se las podía oír igual. Porque significan: las palabras
Significan. Ay, si las palabras fuesen sólo un suave sonido,
Y cerrando los ojos se las pudiese escuchar en el sueño...

Yo las oí. Y su sonido final fue como el de una llave que se cierra.
Como un portazo.
Las oí, y quedé mudo.
Y oí los pasos que se alejaron.
Volví, y me senté.
Silenciosamente cerré la puerta yo mismo.
Sin ruido. Y me senté. Sin sollozo.
Sereno, mientras la noche empezaba.
La noche larga. Y apoyé mi cabeza en mi mano.
Y dije...
Pero no dije nada. Moví mis labios. Suavemente, suavísimamente.
Y dibujé todavía
El último gesto, ese
Que yo ya nunca repetiría.

III
Porque era el último amor. ¿No lo sabes?
Era el último. Duérmete. Calla.
Era el último amor...
Y es de noche.

lunes, 14 de mayo de 2007

El Anonimato de mi Identidad

El anonimato de mi identidad de F. Vallin

A veces tengo la idea de que estoy soñando. Decido despertar pero no puedo abrir los ojos, todo está oscuro. Insisto en abrirlos, pero no puedo, todo sigue oscuro; de pronto descubro que ya los tengo abiertos.
Un húmedo frío recorre mi cuerpo, pero no son lágrimas enjuagando mis ojos; sino sangre destilando mi frustración.
Me escondo bajo una cobija, pero aun así no cubro el frío que me deja esta soledad.
Me revuelco en mis ideas y me retuerzo entre tus recuerdos; ahora solo quisiera escuchar tu voz en este ensordecedor silencio.
Mis ojos aun abiertos no logran ver, se niegan a infectarse de esta realidad, prefiero abrir tu corazón y contagiarlo de este amor.

A veces pienso que estoy corriendo detrás del amor y es cuando me detengo a preguntarme si no es el amor quien corre tras de mi. Pero hoy no, la estática de mi frustración no me permite moverme. Me detiene el miedo; pues me he vuelto un rehén de tu desprecio, una víctima de tu amor y la sombra de tu indiferencia.

Esta vulgar ironía se ha vuelto a burlar de mi, y mi ofuscado corazón no sabe que hacer con este obsoleto amor que no encuentra respuesta, tu respuesta.
No hay un hoy, tampoco creo que haya un mañana. No encuentro sensatez en la ansiedad de necesitarte.
Estoy perdiendo el conocimiento, no recuerdo ni mi nombre ¿será Soledad? o será ¿Amargura?
También empiezo a perder mis sentidos, a lo lejos escucho la lluvia que cae afuera. Abro la ventana de esta alma en agonía y las gotas caen sobre mi piel, ardiendo de la misma manera en que aun lo hace el oxidado sabor de tus labios en los míos.
Se ha vuelto insoportable el hedor de tu abandono y la traición de tus promesas.
Quisiera cruzar la frontera de tu orgullo y recuperar la seguridad que sentí al estar contigo. Así acortar la lejanía que envuelve esta dolorosa distancia.
Ojala supiera que sería de nosotros sin esta falsedad de cubrir apariencias, si fueras capaz de no esconderte en un capullo de inseguridades y enfrentar lo que sentimos.
Me cuestiono ¿Qué harás si un día se agotan las expresiones de tus máscaras, cansadas de fingir lo que no sienten?
Mientras lo logras, reconstruiré las alas rotas de mi fe para que tu frialdad no vuelva a impedirles el vuelo. Tu estrategia es mi derrota, pero emergeré de tu banalidad y te besaré en diferentes idiomas, hasta que comprendas el lenguaje de un amor en proceso de descomposición; que renacerá de esta absurda confusión. Entonces enmudecido de angustia susurrarás la identidad de mi anonimato.
Desearía que estas líneas no cobraran vida, pero ¿qué es la vida sino una duplicidad de realidades?


Lentamente tras este letargo de identidad…he vuelto en mi.

Ahora recuerdo mi nombre: ESPERANZA.


La autora de este poema solía ser una amiga allegada . Actualmente reside en Coyoacán, Ciudad de México.

sábado, 12 de mayo de 2007

Profecía de Rafael de León

PROFECIA (POEMA ANDALUZ)
de Rafael de León

(No te mando más castigo,
que estés durmiendo con otro
y estés soñando conmigo...)

"Y me bendijo mi mare.
Diez céntimos le dí a un pobre
y me bendijo mi mare.
Ay, qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande."

¿Adónde vas tan deprisa
sin decirme ni ¡Con Dios!?
Me puedes mirar de frente,
que estoy enterao de tó...
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo:
Que te casaste hace un mes,
y me quedé... tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso
se hubiera echado a llorar.
Yo, cruzándome de brazos,
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro,
ni liarme a maldiciones,
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casao? Buena suerte.
Vive cien años contenta,
y a la hora de la muerte
Dios no te lo tenga en cuenta...
Que, si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Porque sin ser tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy quien más te ha querío.
Con eso tengo bastante.

-¿Qué tiene el niño, Malena?
Anda como trastornao,
con la carita de pena
y el colorcillo quebrao.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destroza la ropa
subiéndose a coger níos.
¿No te parece a tí extraño,
no ves una cosa rara,
que un chaval de doce años
lleve tan triste la cara?
Mira que soy perro viejo,
y estás demasiao tranquila.
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigila, mujer, ¡Vigila!

Y fueron dos centinelas
los ojitos de mi mare:
-Cuando sale de la escuela
se va pa los olivares.
-¿Y qué busca allí? -Una niña;
tendrá el mismo tiempo que él.
José Miguel, no le riñas,
que está empezando a querer."
Mi padre encendió un pitillo,
se enteró bien de tu nombre,
te regaló unos zarcillos
y a mí un pantalón de hombre.

Yo no te dije "te adoro",
pero amarré en tu balcón
mi lazo de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
me ofreciste en recompensa
dos cintas color de rosa
que engalanaban tus trenzas.
-Voy a misa con mis primos.
-Bueno, te veré en la ermita.
¡Y qué serios nos pusimos
al darte el agua bendita!
Mas luego, en el campanario,
cuando rompimos a hablar:
-Dice mi tita Rosario
que la cigüeña es sagrá,
y el colorín, y la fuente,
y las flores, y el rocío,
y aquel torito valiente
que está bebiendo en el río,
y el bronce de esta campana,
y el romero de los montes,
y aquella línea lejana
que le llaman... ¡horizonte!
¡Todo es sagrao: tierra y cielo,
porque así lo quiso Dios!
¿Qué te gusta más? - Tu pelo.
(¡Qué bonito me salió!)
-Pues, ¿Y tu boca, y tus brazos,
y tus manos redonditas,
y tus pies, fingiendo el paso
de las palomas zuritas?
Con la pureza de un copo
de nieve te comparé...
¡Te revestí de piropos
de la cabeza a los pies!
A la vuelta te hice un ramo
de pitiminí, precioso,
y luego nos retratamos
en las agüitas de un pozo.
Y hablando de estas pamplinas
que se inventan las criaturas,
llegamos hasta la esquina
cogidos de la cintura.
Yo te pregunté:-¿En qué piensas?
Tú dijiste:- En darte un beso.
Y yo sentí una vergüenza
que me caló hasta los huesos...
De noche, muertos de luna,
nos vimos por la ventana:
-¡Chsss! Mi hermanito está en la cuna.
Le estoy cantando la nana.

"Quítate de la esquina,
chiquillo loco.
Que mi mare no quiere,
ni yo tampoco."

Y mientras que tú cantabas,
yo, inocente, me pensé
que la luna nos casaba
como a marío y mujer.

¡¡Pamplinas!! ¡Figuraciones
que se inventan los chavales!
Después, la vida se impone:
TANTO TIENES, TANTO VALES.

Por eso, yo al enterarme
que llevas un mes casá,
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual.
Mas como es rico tu dueño
te vendo esta profecía:
Tú, por la noche, entre sueños,
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó,
y te llamarás "¡COBARDE!"
como te lo llamo yo.
y verás, sueña que sueña,
que me morí siendo chico,
y se llevó la cigüeña
mi corazón en el pico.
Pensarás: "-No es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando."
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando,
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío.
Con eso tengo bastante.

Por lo demás, tó se olvía.
Verás como Dios te manda
un hijo como una estrella.
Avísame de seguía,
me servirá de alegría
cantarle la nana aquella...

Pensarás:"-No es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando"
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando...

Porque sin ser tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy... ¡Quien más te ha querío!
¡Con eso tienes bastante!

viernes, 11 de mayo de 2007

Sólo yo... por hoy

Hola! Este es mi primer post, espero hacer de este un buen blog, más que nada me gustaría poder comentar un poco de todo, y empezaré por mi misma.

He caido en cuenta de que es hora de compartir mi no tan interesante vida con todo al mundo; esperando que el mundo me responda (jajaja). Este año han pasado muchas cosas: entré a 5° de prepa, perdí a más de una amiga, reprobé algunas materias y me gané el odio de algunos maestros, terminé mi primer y segundo libro de poemas, y ahora me encuentro en un punto de mi vida en el cual es momento de tomar decisiones, es momento de arriesgarme, es momento de crecer, y eso me da tanto miedo que no sé si de verdad pueda hacerlo, pero estoy segura que estoy a solo algunos pasos de lograr lo que deseo, para volverme la persona que espere siempre ser, para descubrirme a mi misma.