de Rubén Bonifaz Nuño
Viejo en su prisión de viejos huesos,
me encontraste el corazón. Un punto,
al amor se abrieron sus ventanas.
Me has dado, ciego, contemplarte;
sordo, en el silencio oír tu risa;
sin piernas ya, seguir tus pasos.
Desaparecida la memoria,
relumbras, presente, como eterna;
y recién nacido, por cantarte
inventa el mudo las palabras.
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Este poema se acaba de publicar por primera vez en el suplemento cultural del periódico La Jornada el domingo 1 de noviembre de 2009.
Yo lo leí el miércoles 21 de octubre del presente año, el día de mi segundo encuentro con el Doctor Bonifaz en su oficina. Nunca en mi vida había conocido a alguien que me dejará tan maravillada por su extrema inteligencia. Me considero honrada sólo por haber tenido la oportunidad de conocerlo y sentarme a platicar con él.
Éste es mi muy humilde homenaje a su obra y la manera en que conmovió a tantas personas como a mí.
Y también es éste el último que te dedico. Ya no puedo gastar más palabras amorosas si lo único que recibo es incertidumbre.
2 comentarios:
Corrección: "Nunca en mi vida había conocido a alguien que me dejara tan maravillada por su extrema inteligencia APARTE DE MI GRAN AMIGO CHAT."
Que manera tan sutil de dibujar el estrago que deja el tiempo.
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