viernes, 25 de septiembre de 2015

Geografías de Eros 4-8

Geografías de Eros

de Daniela Birt


4 

Suspiro tu nombre. 
La palabra misma es un largo río 
de ambigüedades. Es un afluente 
platinado donde los colores 
de tu piel resuenan como odas báquicas 
nacidas de un pasado agreste y salvaje. 

Hay una melodía 
y un llanto que brotan 
como luces verdes 
de entre mis manos: 
un entramado floral 
que busca escalar 
las fronteras de tu pelo,  
las barreras de tus tiempos 
hasta el interior de tus huesos. 

Hay alucinaciones certeras 
y vacilantes que suben desde mi cabeza 
para perderse en tus ojos 
con el conocimiento inerte 
de que existen otros mundos 
revueltos y transitados 
por tantos pies como hay alas, 
mas únicos y privados 
llenos de espectáculos primigenios 
que se vedan ante ti. 

En mis mundos nocturnos 
y de miradas ciegas;  
cuando entre las cajas de vida 
los remansos del éter  
son dulces licores ficticios 
bailas con el sabor 
volcánico del candor de la tarde. 
Tu sonrisa evoca veranos tibios, 
naranjos florecientes,  
una calidez que entre  
luces grises de ciudad 
rompe todas las cubiertas acuíferas,  
destroza el reflejo cristalino 
de corales y anémonas 
para que nazca un día escandaloso. 

Tu sonrisa es el mar brillante, 
es la flor y el capullo,  
el siempre recalcitrante germen 
que incendia con tormenta apacible 
las heladas cavernas de mi pecho. 

5 

Con tu ausencia usual 
te he dejado ir de mis manos.  
Y respiro a lo lejos 
los veranos infantiles y oníricos 
de tus efluvios tibios y vaporosos. 
Caminas sobre las arenas  
de todos mis deseos desolados 
y tus pisadas desnudas 
dejan vacías huellas,  
profundas y cálidas 
en mis carnes, huesos y ser. 
Entre mis ojos 
hay manos llenas de sangre, 
pintadas de grana 
que brotan desde mi lluvioso alejamiento,  
atrapadas entre los pliegues 
de un pasado obtuso y nublado. 
Pero una vez más 
en el silencio y la bruma 
abres los ojos  
y me creas el mundo, 
creas cavernas con tu voz,  
surgen manantiales, grutas brillantes,  
estrepitosas laderas 
en la geografía de mi alma. 
Apareces entre figuras 
de papel con voces vacías 
y la fuerza creadora  
de todas mis causas 
brinca desde tus ojos abiertos 
nace en tu mirada,  
se pierde, difumina, desvanece 
en la blanca curva de tu boca. 

 

Es una ola. 
                 Eres una ola. 
Como un manto azulado,  
quizás es cierto que tu boca calla, 
y oscura y misteriosa 
empapas mis mañanas de 
reflexiones y recuerdos.  
Una añoranza como de antes, 
como de mañana, calla en tu boca 
y una extrañeza grita y se me exalta. 
Pero yo conozco la cadencia 
que habita en tus manos 
y se escapa cual murmullo abrupto 
                                                        hacia mis adentros. 
Eres una ola. 
                      Es una ola. 
Tu voz es también una ola,  
una onda húmeda que toca el desierto dorado 
donde dejé mis pedazos de conciencia. 
Tu voz: locura de agua 
enfermedad líquida 
que me inunda el oído medio 
ha llegado a empaparme desde adentro,  
a inundarme en los vapores 
escapados de rincones chispeantes 
hasta irrumpir por todas mis pieles  
y brotar, como quieren, en tu nombre. 

7 

¿Cómo no hablar,  
cómo no suspirar,  
murmurarte quedamente,  
con un eco que nace desde mis cavernas,  
y donde resguardo tus imágenes? 
¿Cómo no callar ante el eco,  
siempre latente,  
de tu respiración acompasada,  
esa desnudez liviana 
que me llama desde tu boca 
y rompe en mí cual barranco inerme? 
Mi siempre torpe sonido 
tañe augustamente una palabra hueca, 
y cuando hablo  
me encuentro incómoda o aburrida,  
pero mi voz todavía es,  
existe para tu beneficio único. 
Y es una rareza: 
no me reconozco en los repiques 
de mi boca 
negada a registrar las melodías  
que mi mente intenta evocarte, 
como si perdiera la nieve 
toda su blancura 
y fuera sólo un trozo frío 
de cielo que cae. 
Callo, prefiero callar,  
ante la magnitud de tu lejanía estática 
del apacible rumor de tu viento interior. 

8 

Cada arranque de fuego 
es un soplo callado 
que tu cuerpo emite 
y yo intento robar. 
Es mi imaginación una gruta 
palaciega, quizás también  
una montaña dormida 
que crece y se levanta 
todos los días cuando exhalas 
y activas las flautas de la mañana 
junto al primer albor. 
He querido cantar tu gloria,  
ser la única iniciada  
en las armonías quedas 
que tu reposo emana,  
poder componer a tu alrededor  
los minués con los que abras los ojos,  
y resplandezca ante mí tu estrella; 
sólo he deseado escuchar la música 
que da ritmo a tu vida cuando bailas 
entre nieblas y fresnos verdes.
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Poemas  del 4 al 8. 

Debido a que pronto va a salir un poco de material nuevo, es decir mi próximo poemario, he decidido publicar aquí el libro que saqué el año pasado: Geografías de Eros, algo así como un viaje hacia el enamoramiento y la decepción.

El libro entero está en Scribd, échenle un ojo: https://www.scribd.com/doc/231365780/Geografias-de-Eros 


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