domingo, 31 de mayo de 2009

El Poema de Amor que Nunca Escribirás

El Poema de Amor que Nunca Escribirás
de Carlos Marzal

Debería nombrar (debería intentarlo)
el afán hasta hoy por ti dilapidado
en perseguir amor, que quizá fuera tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,
que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.

Debería acoger, dar lugar a unos labios
que nombraran sin fe, sólo de cuándo en cuándo
-por momentos, sinceros; por momentos, falsarios-
diálogos de alcoba que pareciesen tangos
(eso acaban por ser, o algo más triste acaso,
siempre que en la distancia solemos evocarlos):

De esta vida tan sucia, de sus trabajos vanos,
me consuela, mi amor, el fingir, fabulando,
otra eterna contigo, cogidos de la mano.
Y habría de alojar dictámenes sagrados,
con los que, ya bebidos, tanto nos excitamos:
De entre todas las perras que en la noche he tratado,

la más perra eres tú. Debería, malsano,
contener esas citas de los domingos vastos,
insulsas y festivas, amasadas de hartazgo,
en que la vida toda se obstina en maltratarnos,
con su aire de ramera experta en el contagio
del odio hacia la vida, del tedio y del cansancio.

No podrían faltar los cuerpos del verano,
cuando la adolescencia ardía por el tacto,
en especial aquél de todo lo vedado.
Ni habría de omitir el vicio solitario,
por el amor perdido en inventar los rasgos
del amor, que, entretanto, no dormía a tu lado.

Y en él habitarían con todo su sarcasmo
-al fin y al cabo son tristes muertos de antaño,
fragmentos de tu vida que salvas del naufragio-
las cartas sin respuesta; yesos aniversarios,
tiernamente ridículos después de celebrados,
que dejan en el alma aroma a mal teatro.

Y los reproches mutuos, merecidos y agrios,
dirigidos al centro del dolor, como un dardo
con toda la miseria que acarrean los años.
El placer del acoso, cuando el amor intacto,
y cuando la ignorancia, ese bálsamo arcano,
no señalaba límites al indudable ocaso.

El maldito poema tanto tiempo aplazado,
y que no escribirás, porque el tema es ingrato,
querría redimirte de todos tus letargos.
Una voz que te daña diría murmurando:
Del amor, amor mío, te quiero siempre esclavo,
para que tus palabras no tengan que inventarlo.

Quien a ese poema de amor dilapidado
incauto se atreviera, sin calcular el daño,
amaría el amor, probablemente tanto
como el afán de huir, fatigado hasta el asco,
de todas las trastiendas, repletas de fracasos,

que los cuerpos arrastran, y en que nos arrastramos.


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Sabía que eventualmente este poema regresaría para atormentarme. Siempre son así los poemas buenos: un enorme tormento.

lunes, 25 de mayo de 2009

Corazón Coraza

Corazón Coraza
de Mario Benedetti


Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


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A tu muerte, todos hemos de llorar.
Pero no te irás nunca. Ahora vives en nosotros, en los libros y para siempre.

sábado, 16 de mayo de 2009

Yo no soy yo.

Yo no soy yo
de Juan Ramón Jiménez

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.


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A veces, tú tampoco eres tú.

Muchas veces yo no soy yo.

Ya no quiero que me hieras.



domingo, 3 de mayo de 2009

Other Lives and Dimensions and Finally a Love Poem.

Other Lives and Dimensions and Finally a Love Poem
by Bob Hicok

My left hand will live longer than my right. The rivers
of my palms tell me so.
Never argue with rivers. Never expect your lives to finish
at the same time. I think

praying, I think clapping is how hands mourn. I think
staying up and waiting
for paintings to sigh is science. In another dimension this
is exactly what's happening,

it's what they write grants about: the chromodynamics
of mournful Whistlers,
the audible sorrow and beta decay of Old Battersea Bridge.
I like the idea of different

theres and elsewheres, an Idaho known for bluegrass,
a Bronx where people talk
like violets smell. Perhaps I am somewhere patient, somehow
kind, perhaps in the nook

of a cousin universe I've never defiled or betrayed
anyone. Here I have
two hands and they are vanishing, the hollow of your back
to rest my cheek against,

your voice and little else but my assiduous fear to cherish.
My hands are webbed
like the wind-torn work of a spider, like they squeezed
something in the womb

but couldn't hang on. One of those other worlds
or a life I felt
passing through mine, or the ocean inside my mother's belly
she had to scream out.

Here, when I say I never want to be without you,
somewhere else I am saying
I never want to be without you again. And when I touch you
in each of the places we meet,

in all of the lives we are, it's with hands that are dying
and resurrected.
When I don't touch you it's a mistake in any life,
in each place and forever.

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Tú... Tú nunca sabrás. Ahora yo intento callarme.