sábado, 12 de marzo de 2011

Las cosas que me callo

Tríptico
III

Las cosas que me callo

de Carlos Marzal

Tu amor y el mío, el nuestro,
consiste en una prolongada dememoria.
Al parecer se te ha olvidado
que la decencia la tenías ya echada a perder
mucho antes de que yo entrara a tu vida.
Olvidas, cuando dices las cosas que dices,
que no soy tu tema predilecto de charla
y que tus amigas, las pobres,
eclipsan nuestros juegos de alcoba.
No te quieres dar cuenta de que amarme,
por lo común, ya no es un riesgo,
sino un hábito digno de mejor recompensa.
Y en cuanto a los domingos
(que son inevitables, como dices),
siguen siendo tan tristes, aunque no tan vacíos.

Yo me callo, pongamos por caso,
que sabrías perderte por ti misma
y que la huella de mi vida en la tuya
será insignificante, como insignificantes
serán nuestras dos vidas en la vida del mundo.
Tu amor y el mío, el nuestro,
consiste al parecer en mezclar los silencios
con aquello que esperamos oír
en los momentos más necesitados.
Y supongo que no hay un buen motivo
para que lo digamos todo.
Lo único cierto es que yo viviría mejor,
si te pusiera a precio en las esquinas.

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Nuestro amor es inexistente, ridículo y anhelante. Como todos tus amantes marchitos e idiotas. Como todos los pájaros de tristeza que decidieron anidar en mi mente. Como mi destazado corazón, como tu infantil memoria. Como los días que desperdiciamos y las palabras que no supimos decir. Nuestro amor es una montaña de sombras, es un cúmulo de polvo. Es un animal muerto, atropellado por un ebrio al volante.