miércoles, 24 de junio de 2009

El corazón perplejo

El corazón perplejo
de Carlos Marzal

Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
no dudes.
No tiembles nunca más por lo que sabes,
no temas nunca más por lo que has visto.
Calamitoso corazón,
alienta.

Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están cifrados
en la clave de un sol tan rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
errátil corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está esperando.

Desde el final del tiempo se levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la tibieza,
ni que este inescrutable amor oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.
Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.

Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar siendo.

Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
en desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
y a fuerza de cantar,
enajenados.

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La belleza procede de lo eterno. Hoy no tengo nada más que decir.

Me gusta el poema, me gusta el autor. Espero que a otras personas les guste también.



lunes, 15 de junio de 2009

Ingenuidad

Ingenuidad

¿Sabes quién eres?
Eres tú, prisión y jazmín,
a quién escribo todo.
Eres tú, la compañía amigable,
la gran musa de mi oficio.

"Sé que no responderás."

Nunca lo haces.
Sé que poco te interesa
lo que yo pueda escribir.
Sé que te conozco, como
si a tu lado hubiera pasado
todos los días de mi vida.
Sé que crees que todo esto
es mentira.

Hay días que me gustaría no recordar.
Todas las veces que nos hicimos daño.
Todas las veces que me di la vuelta
y te abandoné. Todas las veces que
tú hiciste lo mismo.

Cuando el silencio me abruma,
escucho tu voz desde lejos.
A sabiendas de que no me llamas.
Todavía espero que lo hagas.

Y... es que soy tan ingenua.
Queriendo creer que todavía hay
preocupación en tus miradas
desdeñosas, creo aun
que son sólo artificiosas.

"Cuando se trata de tí
las cosas pierden importancia."

Cuando se trata de tí,
una parte de mí se revuelca
y se rebaja.
Y lo disfruta.
Una parte de mí siempre
estará a tu disposición;
a tu servicio, una parte de mí
será siempre parte tuya.

"Si cerrara los ojos,
tu sonrisa purpúrea
se quedaría conmigo."

Me gusta creer que
tú piensas lo mismo.
Me gusta creer que
aun me piensas y que
a veces aun me sientes.
Soy tan ingenua.
Sabes que eso nunca
fue mentira.

domingo, 14 de junio de 2009

Canción de la búsqueda

Canción de la búsqueda
de José Ángel Buesa


Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."


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No entenderé nunca lo que pasa por tu cabeza. No sé si me interesa averiguarlo, pero lo que siento y sentiré por tí no es de las cosas que se esfuman ni se desvanecen.

Puedo con tu silencio y puedo con tu castigo, hasta puedo con tu indiferencia. Pero no sé si pueda contra la espera infinita de una respuesta o de una señal. Si me pidieras que lo dijera, lo diría. Pero cómo nunca me pides nada, no lo diré. Aunque eso sea lo que yo sienta.

lunes, 1 de junio de 2009

Soneto LXIV

Soneto LXIV
de Pablo Neruda

De tanto amor mi vida se tiñó de violeta
y fui de rumbo en rumbo como las aves ciegas
hasta llegar a tu ventana, amiga mía:
tú sentiste un rumor de corazón quebrado

y allí de la tinieblas me levanté a tu pecho,
sin ser y sin saber fui a la torre del trigo,
surgí para vivir entre tus manos,
me levanté del mar a tu alegría.

Nadie puede contar lo que te debo, es lúcido
lo que te debo, amor, y es como una raíz
natal de Araucanía, lo que te debo, amada.

Es sin duda estrellado todo lo que te debo,
lo que te debo es como el pozo de una zona silvestre
en donde guardó el tiempo relámpagos errantes.


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Serás siempre mi más púrpura pasión. Mi más secreto amor de Neruda. Mi más bella mariposa.
Hoy te siento y soy feliz.
Es hora de darnos una oportunidad, es nuestro momento.