viernes, 25 de diciembre de 2009

Ausencia

Ausencia
de Gabriela Mistral

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!
------------------------------------------------


Se nos va todo, el recuerdo también.

En eso me estoy empeñando, en no tener que recordarte. Hoy, porque es Navidad, me permito a mí misma un resbalón, porque esta época siempre llena bañada de nostalgia y a veces me siento auto-indulgente.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Los amorosos

Los amorosos
de Jaime Sabines

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.
----------------------------------------------------------




Sí, todos nosotros, buscamos dejar de buscar.

Que mediocre.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Canción bajo lágrimas

Canción bajo lágrimas
de Federico García Lorca

En aquel sitio,
muchachita de la fuente,
que hay junto al río,
te quitaré la rosa
que te dió mi amigo,
y en aquel sitio,
muchachita de la fuente,
yo te daré mi lirio.
¿Porqué he llorado tanto?
¡Es todo tan sencillo!...
Esto lo haré ¿no sabes?
cuando vuelva a ser niño,
¡ay! ¡ay!
cuando vuelva a ser niño.
-------------------------------------


Casi dos meses me separan de tu intensa mirada. Más de un mes para volverte a ver. Quizás esta vez consiga hacer que las palabras fluyan de mi boca como las aguas de Jordán.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La biznaga

La biznaga
de Rubén Bonifaz Nuño

Era vinagre y hiel en copa de oro;
bebida lumbre, ocote empachado
dentro del costillar; olla de chispas.
Biznaga el corazón cerrado
de espuelas quemadoras y de humo.

Hoy, en el quicio de tu puerta,
ojos de chile tengo, ojos de lumbre.

Y va el herido por las calles
entre casas adversas, entre pasos,
y el miedo y el olvido y la vergüenza.

Sólo en el sitio de lo nuestro;
donde estamos haciéndonos, y nadie
ha de vernos llorar; en esta tierra
donde grita el valor, donde nacemos,
donde nos enseñamos a ser hombres.

Y tú herramienta de la dicha;
cuna de mirra, caracol de aceite.

Materia, tú, de vuelo; puntas
de luz en aureola, con el mandto
rojo del águila te cubres; llegas, miras,
vences: enrosca su serpiente
la humillación bajo tu pie desnudo.

Yo, mutilado en sueños; yo, costumbre
de amoratado costillar a ciegas;
perro oculto de hocico arremangado.

Y mira que de súbito hay en mi nombre
y hay saliva de tu boca
y el colirio lustral, y la mirada.

Y detrás de la puerta, y desde ahora,
con un rumor de inútiles vestidos,
de ropas tuyas a tus pies, el día
de mañana ha nacido, y lo sostienes
como granadas entreabiertas.

----------------------------------------------------


Hay veces que cargamos con algunas cosas, yo no sé qué tanto de ti todavía estoy cargando, pero me alegro con saber que ya no siento el peso en la espalda.

Tú, hay veces que creo que no sabes nada. Ni lo sabrás nunca.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El tercer día

El tercer día
de Enrique González Martínez

Cierzo otoñal. El alma se despoja
de toda vestidura florecida.
No soy sino un dolor que se deshoja.

Ardí en mi sueño cuando todo era
llama voraz de loca primavera.
Pasó frente a mis ansias el retozo
de la faunalia, fui tras su carrera,
y harté mi carne en el divino gozo.

Maté luego a la bestia alborotada,
lustré mi acero, y vi que aparecía
rútila al sol la hoja de mi espada.

Después, el gran silencio, la agonía
de la hora mortal que el labio nombra
trémulo todavía...
Bebí la hiel y me tragó la sombra.

Hay que resucitar al tercer día.

------------------------------------------

Los tres días han pasado. Resucitada estoy. El día ha llegado. Ahora sé y ahora lo digo.

Tu dolor se me ha esfumado.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Cuervos

Cuervos
de Gabriel Zaid

Se oye una lengua muerta: paraké.
Un portazo en la noche: para qué.
Tienes razón: para qué.

Hay diferncias de temperatura
y sopla un leve para qué.

Un silencio podrido
llama a los paraqués.

Parapeto asesino: para qué.
Cerrojo del silencio: para qué.
Graznidos carniceros: pa-ra-qué, pa-ra-qué.

Un revólver vacía todos sus paraqués.
Humea una taza negra de café.

----------------------------------------------------------


A veces sólo le queda a una preguntarse para qué.

¿O no?

Creo que prefiero reírme. Es más fácil.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ritornelo

Ritornelo
de León de Greiff


"Esta rosa fue testigo"
de ése, que si amor no fue;
ninguno otro amor sería.
¡Esta rosa fue testigo
de cuando te diste mía!
El día, ya no lo sé
-sí lo sé, mas no lo digo-
Esta rosa fue testigo.


De tus labios escuché
la más dulce melodía.
¡Esta rosa fue testigo:
todo en tu ser sonreía!
Todo cuanto yo soñé
de ti, lo tuve conmigo...
Esta rosa fue testigo.


¡En tus ojos naufragué
donde la noche cabía!
Esta rosa fue testigo.
En mis brazos te oprimía,
entre tus brazos me hallé,
luego hallé más tibio abrigo...
Esta rosa fue testigo.


¡Tu fresca boca besé
donde triscó la alegría!
Esta rosa fue testigo
de tu amorosa agonía
cuando del amor gocé
la vez primera contigo!
Esta rosa fue testigo.


"Esta rosa fue testigo"
de ése, que si amor no fue,
ninguno otro amor sería.
¡Esta rosa fue testigo
de cuando te diste mía!

El día, ya no lo sé
-sí lo sé, mas no lo digo-
Esta rosa fue testigo.
----------------------------------

No quiero tener rosas de testigos. Ni ningún otro tipo de flores. Espero que el manto de la noche nos cubra y más que testigo, se vuelva refugio y protector.


Espero que cuando te vuelva a ver tu cara no se encuentre escondida tras tanta confusión y una que otra tristeza.


Espero encontrar en mi interior palabras que te parezcan hermosas. Y valor para decirlas.