Rubén Bonifaz Nuño
Te lo habrán dicho ya: que nadie muere
de ausencia, que se olvida, que un lamento
se repara con otro, y es el viento
o la raya en el agua que se hiere.
Y esta sed miserable que no quiere
perderte, acabará; y el pensamiento
por tanto tiempo tuyo, en un momento;
aunque hoy se aferre y grite y desepere.
Si todo se ha de ir, ¿por qué llegaste?
¿Por qué, si no me quieres, me has querido?
¿me has curado tan sólo para herirme?
Así fue; te tuviste y me dejaste;
nada me quedará: te he recibido
no más que para verte y despedirme.
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Estoy sola porque quiero, porque así lo prefiero, porque después de malas relaciones necesito curarme de espantos y alejarme de las personas. Pero te quiero de todas maneras, te quiero como inspiración y te quiero como sentimiento alejado. Te quiero de lejos, como a la bruma y a la niebla. Te quiero porque no me conoces... porque quizás nunca lo harás y eso me consuela.