domingo, 4 de octubre de 2009

Rima XXVII

Rima XXVII
de Gustavo Adolfo Bécquer


Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.

Despierta, ríes, y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.

Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.
¡Duerme!

Despierta, miras y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.

Al través de tus párpados, dormida,
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz, templado rayo,
lámpara transparente.
¡Duerme!

Despierta, hablas y al hablar vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.

Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
¡Duerme!

Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.

De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
¡Duerme!

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Me prefiero dormida que despierta estos días. Estoy cansada.

1 comentario:

ChatNoir dijo...

Aquí te tengo tu antítesis, con una dedicatoria a la Danni. Saludos y abrazos!

Despierta
de Alejandro Filio

Despierta, son las siete y media
y hay que empezar otra vez la tradición.
Despierta, yo también fui presa
de este mal de luchar contra el reloj.

Este milenio acaba y no es sencillo
y no lo ha sido para nadie, entérate.
Sólo despierta que Carlito espera
y la mamá de nuevo no durmió.

Despierta, Preston y la sala
no son nada si no estás alrededor.
Despierta, que encontré en mi almohada
para encontrar de nuevo una razón.

Sé que no soy el indicado
para hablarte de soñar,
no hay nada que agregar,
sólo despierta.

Cuando dejas tus zapatos
pegaditos a los míos, no sé bien,
no entiendo bien si estoy
construyéndote un futuro
o curándome un pasado
pero sé que este cuento no acabó.

No terminó...

Despierta, que el volcán no estalla
y Salinas no contó lo que ocurrió.
Despierta, cortas son mis alas
pero están dispuestas al amor.

Ese colegio es todo un paraíso
y en el camino existen bichos y color.
Sólo despierta, o hazme un lugarcito
para soñar
... y olvidemos el reloj.