de Gabriela Mistral
Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
¡pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres tan oscuro!
Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.
Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que entrar en la muerte!
----------------------------------------------------
Así que callada me encuentro, o torpe y tartamuda cuando abro la boca. Creo que prefiero mantenerme callada, por ahora, hasta que encuentre la manera de recuperar el aire cuando tus ojos se encuentran con los míos.