lunes, 25 de junio de 2007

El Poema de la Culpa

EL POEMA DE LA CULPA de José Ángel Buesa

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.

Después de haber besado sus cabellos de trigo,
Nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
Mis labios están dulces por ese amor amargo.

Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tú que le diste a ella
Su frescura de lluvia y esplendor de estrella.

Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
Turbadora y fragante como la primavera?

¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
Sobre la yerba seca y ávida del estío?

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
Como un surco que intenta rechazar la simiente.

Era de otro. Era de otro que no la merecía,
Y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.

Y ella me dio su amor como se da una rosa,
Como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor... ¡ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
Y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
Y si es culpable un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
Que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
Que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,

Tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
Tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!



Fue extraña la manera en que un día me topé con este poema, buscando en Google poemas de amor y culpa me apareció y me dí cuenta de que había cautivado mis sentidos de manera extraordinariamente rápida, yo estaba preguntandome muchas cosas de la vida y este poema me ayudó a entender que hay cosas de las que nadie tiene la culpa, cosas que pasan por que deben de pasar, y que no hay manera de evitarlas y que hay veces que es mejor dejar de preocuparse por las consecuencias, pues hay ciertas cosas en las que las consecuencias no tienen verdadera importancia, como el amor...

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